Su risa es de cristal. Transparente, afilada y frágil. Podría escucharla durante horas hasta que voz se quebrase y los pedazos de ese paraíso etéreo desgarrasen dolorosamente el velo que ocultaba la realidad. Sin embargo, seguiría volviendo a ella, una y otra vez.
En ocasiones la imagina sirena. Malvada y peligrosa, le manipula y le atrapa, le envuelve en su poder. Le quiere comer. Otras veces sólo la ve como una ninfa. Demasiado bella y dulce para este mundo. Demasiado mágica.
Y es entonces cuando repara en que tan sólo se trata de un fantasma.
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