viernes, 10 de junio de 2011

Resbala. Rueda, dibuja y sigue. Una senda escarlata recorre su cuerpo. Desnuda, a la luz de la noche, le parece aún más bella. Una mano blanca atrapa esa prófuga de su corazón. Con delicadeza, desliza el dedo hasta su boca y prueba su propia sangre. Sonríe. Toda su piel brilla bajo la luna. Una estrella en medio de la oscuridad que los envuelve a ambos.

Se despereza, arrugando las sábanas de una cama ya deshecha. Él la contempla, sentado junto a la ventana. Una ciudad ajena se desdibuja tras su extraña figura. Sus dedos, únicos delatores de la ansiedad que le consume, se pierden un instante entre su pelo. Suspira y hunde la cabeza entre las manos.

- ¿Qué te pasa?- pregunta desde la cama.

- Estás muerta.

Se revuelve un momento antes de contestar. Su melena castaña no puede ocultar una sonrisa.

- ¿Y cuándo ha sido eso un problema?

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